Lo que hay detrás (de la Feria del Libro)

Autoridades y comerciantes suelen llenarse la boca con la manoseada expresión “la fiesta del libro” al referirse a la Feria del Libro que se instala en las calles de Santander cada año. En esta ocasión será la Plaza Porticada la que acoja esta Feria que tan poca fiesta es. Un año más La Vorágine no estará allí y nos gusta explicar por qué.

Como imaginabas, la Feria del Libro se financia íntegramente con dinero público. Es decir: con nuestros impuestos. Pero ese dinero público (del Ayuntamiento de Santander y del Gobierno de Cantabria), como en otros sectores de la precaria economía local, está destinado a financiar de forma camuflada a gremios que, en sus discursos, suelen apostar por el “mercado libre”, la “competencia” y el “emprendedurismo” aunque luego se refugien en el dinero público y en los clubes privativos. Es decir, la Feria no es una oferta para la ciudadanía, sino una forma de ‘rescatar’ a las librerías o de insuflarles un buen chorro de oxígeno económico. Todo son ingresos cuando no cuesta dinero ni el stand, ni la programación, ni la publicidad. Todo, absolutamente todo, lo pagamos nosotras.

Eso no sería cuestionable si la Feria fuera una Fiesta plural. Es decir: un espacio del común abierto a todos los proyectos, espacios e iniciativas relacionadas con el libro. No es así.

En nuestro caso, durante algo más de dos años y medio nos mantuvimos a una prudente distancia del gremio de libreros porque nos parecía perverso el mecanismo. Pero, el pasado 9 de febrero decidimos solicitar el ingreso de La Vorágine a Libreros Asociados de Cantabria (LAC) para comprobar si la “institucionalidad” era abierta y plural o se comportaba con características más cercanas al oligopolio. También lo hicimos animados por algunos libreros que sí apostaban por la pluralidad. Nuestra intención, de hecho, era no asistir a esta feria de 2016, sino comenzar a jugar en su terreno para poder promover la apertura del lector y otra concepción del bien común que es el conocimiento que acumulan los libros. Tristemente, hasta el momento, ha ocurrido lo segundo: el gremio no sólo no nos ha aceptado en su club, sino que no ha dado una respuesta por escrito acorde a sus propios estatutos que estamos solicitando desde finales de febrero. Desde entonces, hemos dado explicaciones a sus dudas y hemos demostrado que cumplimos con todos los criterios de sus estatutos.

En realidad, nos entristece comprobar que nuestros peores temores se confirmaban. Nos parece muy bien que determinadas empresas o comercios se alíen, nos parece muy bien que defiendan sus intereses, pero desde La Vorágine queremos denunciar (como venimos haciendo hace tiempo) que una cosa es el gremio de libreros y otra debería ser la Feria del Libro, que es un costoso esfuerzo público que no redunda en el bienestar cultural de la ciudad.

Esperamos que, al menos, cuando pasees por sus pasillos seas consciente de que durante una semana larga tú y nosotros estamos subvencionando sin retorno la actividad privada. Nada más. Nada menos.

 

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