Macías Berenguer Ivars
// Televisión, fútbol, diazepam. Poesía, poesía, poesía o la grieta por donde la luz se escapa: Hay una ciudad con cuestas que late cultura en la sombra y sus fisuras chorrean arte. No hay que irse muy lejos aunque llueva, hay que desempañar la lupa. Es una ciudad que pertenece a la gente que cree y crea y se une y discurre y dialoga. Qué terco es el verdín que brota en las aceras –mascullan en el Paseo Pereda-. Aquí ha habido palabra para rato (eso no lo dicen). Ha sido el germen para el carraspeo, las orejas y el aplauso. La mordaza cayó ajada a los pies del atril, ¿no la has visto?, la mató un poema. Por eso a las lenguas les han salido alas y surcan con gusto el cielo. Y así llueve que llueve para que medre el verdín tupido, desobediente. El viento se alía y revuelve copetes y los paraguas – ¡qué desastre!- a la deriva, del revés. Mientras tanto otro verso se gesta y revolotea travieso.
Hay una ciudad con cuestas que late cultura en la sombra. Gracias por estos meses de Surada Poética.//
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(Alicante, 1978). Este poeta alicantino, radicado en Cantabria, nos cuenta sobre él en verso: “Me hicieron un par de corazones impelentes / hebillándome en su herida que se resiente. / Me hicieron de rica turba, de hermoso escombro / y se cerró una puerta de una maleta que era una casa, se oreó un pañuelo que era billete de ida sin vuelta./
…
Todavía no gobierno relámpago alguno / pero he conseguido que un rayo de sol
me empape el tuétano y que el Mediterráneo / olee en mis entrañas, si pienso
sobre el espíritu de mi generación / se me funden las bombillas / de toda la casa”.