A La Vorágine le parece evidente que sin Isabel tejerina no podemos entender una buena parte de las militancias, resistencias y compromisos sociales de la Cantabria que nos ha tocado vivir. Su inconfundible voz y su personalidad han acompañado, impulsado y agitado los espacios de lucha social que nos hacen dignas. Isabel nos dejó hace un año, cuando la necesitábamos como nunca. Pero ella tenía casi acabada su autobiografía y, ahora, la presentamos para que tengamos una especie de hoja de ruta para aprender a lidiar las contradicciones, la memoria, la lucha en común y las amenazas de nuestro tiempo. No faltes… nos toca dar continuidad a esta autobiografía interrumpida que se titula ‘Al cabo de los años’.

Manuel Corbera Millán acaba de publicar un monumental estudio sobre la comuna campesina rusa, un modelo que ya llamó la atención de Marx y Engels en su momento y es un magnífico objeto de análisis por varias razones: por su originalidad, por haberse mantenido bajo diferentes regímenes socioeconómicos —desde el feudalismo tardío de la autocracia zarista al sistema soviético anterior a la colectivización forzosa— y porque desde principios del siglo XIX suscitó importantes debates entre la intelligentsia, que partía casi siempre de visiones idílicas y de imaginarios que a veces sirvieron para construir proyectos utópicos. Ahora lo presenta en La Vorágine y estamos felices de poder compartir espacio e ideas con un compañero que rescata con profundidad un modelo que era una ruta posible hacia un socialismo campesino que, ya en sus primeros pasos, se encargaba de multitud de asuntos clave para la comunidad: la organización de la producción agrícola y de los aprovechamientos colectivos, la posesión colectiva de la tierra, el reparto entre los hogares las tierras de labor siguiendo criterios de equidad y suficiencia, la asistencia de ancianos, discapacitados y pobres, la concesión de permisos de salida temporal de sus miembros, la preservación de las costumbres o la impartición de justicia en los casos de faltas leves.