¿De dónde ha salido este mulai? Reseña de El árbol viene (Munir Hachemi)

*Reseña de Paco Gómez Nadal

Las veredas se cruzan cuando menos lo esperamos.

Un extraño día mundial de la poesía en Granada. Un ir a escuchar a una amiga y poeta de palabra única. Olalla Castro recita en una minilibrería y nos cautiva como siempre lo ha logrado. A su lado, arrinconado en la exigua tarima, un poeta desaliñado recita con pereza, o con timidez, o con ternura, o con rabia, o con todo al tiempo. Tomamos unas cañas y hay algo de familiar en él. Un par de días después en una esquina del viento granaino nos encontramos con el poeta hablando en chino con su amiga china y romper ese momento tiene rasgos de sacrilegio cotidiano.

Segunda escena. Felisa 2023, la Feria del Libro que nos desvela. Cena con Rosario Villajos, y con otras dos autoras de la constelación galáctica. Rosario no saca codos para hacerse sitio. Su voz tranquila no busca protagonismo. Nos habla de la novela que la ha cautivado. “No sé si os gusta la ciencia ficción pero es de lo mejor que he leído”. El autor es el poeta que habla chino, que es especialista en Borges, que nos cuenta que está haciendo la maleta para irse sin fecha de regreso a Argentina, que nos recomienda el cus cus que cocina su padre en un pequeño bar al pie de un río…

El autor es Munir Hachemi y el libro es El árbol viene. Después del iluminado poemario Los restos, Premio Ojo Crítico de Poesía 2022, Hachemi publica su segunda novela —la primera fue Cosas vivas— y aparece con él una utopía distópica, una posibilidad de ser nosotras que daría miedo al liberal más edulcorado, un universo de igualdades desiguales que haría colapsar al progre más postmoderno y al comunista más protomoderno.

Lo de Munir Hachemi es una labor de arqueología del futuro, de pico y pala para desmontar la Modernidad y su obsesión clasificatoria, para invitarnos a vivir en la incertidumbre y la ambigüedad, para desmercantilizar los cuerpos y todos los tabús y miserias que los acompañan, para normalizar la muerte y la escatología comunitaria, para limitar la individualidad sin acabar con ella, para desmitificar los proyectos utópicos diseñados sobre papel, para hacer del lenguaje una materia dúctil reinventable con el sólo hecho de pronunciarlo.

Una novela en dos tiempos: el del arqueólogo enviado a investigar a este grupo humano olvidado por sus congéneres después de ser enviados a re-comenzar en tiempos de colapso ecológico; el de las mujeres que desafían las normas libertarias autoimpuestas para garantizar la pervivencia de los suyos. Y en medio, nosotras y nosotros. El libro no habla de una especie diferente ni de unas dudas por-venir. Este tratado sobre lo que podríamos ser al desmemoriarnos del capitalismo y del patriarcado, sobre las contradicciones en las que habitaríamos, sobre la pérdida del miedo a nuestra propia animalidad o sobre los límites autoimpuestos incluso cuando creemos no tenerlos es un espejo, o múltiples espejos en los que nuestro reflejo obliga a pensar y a pensar-nos.

El árbol viene es Munir Hachemi y quizá él, a bordo de algún destartalado bajel, es une mulai despistado por la brújula de la literatura; o un gaoshar que relata lo que seremos con tanto énfasis en el verbo como en el gesto, con tanta convicción como dudas. Es difícil clasificar un libro que dinamita la lógica de las clasificaciones eurocentradas que construyó la Modernidad capitalista. El doctor Cordovero, el arqueólogo que convivió con les mulai, concluye una entrevista —en la que el autor magistralmente ha borrado las preguntas— con esta aseveración: “(…) los extraterrestres que hemos buscado con tanto esmero éramos, finalmente, nosotros. Disfrutamos o sufrimos imaginando la posibilidad de otros mundos; deberíamos pensar más bien que son inevitables, porque este mundo ya es otro mundo que, como el árbol, viene, que está por llegar siempre y en todas partes”.

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