El macho canta y las hembras caen rendidas a sus pies. Este sería el juego de roles pronosticado por Darwin y sus palmeros si la música fuera un resultado evolutivo de la selección sexual. Pero la asimetría hombre/mujer ni es natural ni es inevitable.
Guillermo Lorenzo constata en este preciso(cioso) artefacto escrito que si existen muchos más músicos masculinos que femeninos es porque ha habido más hombres que mujeres que han tenido la oportunidad de desarrollar su talento musical; pero también porque las mujeres que lo ha hecho están menos representadas en el relato histórico.
No te pierdas la presentación de este nuevo título de Editorial La Vorágine que contará con la presencia de Guillermo Lorenzo, profesor de Lingüística en la Universidad de Oviedo. Su trabajo como investigador se centra fundamentalmente en la evolución, desarrollo e implantación
del lenguaje en el cerebro. Es autor de trece libros y de unos setenta artículos y capítulos de libros de su especialidad. Cuando no investiga o enseña, lee, escucha música y escribe sobre lo que lee y escucha. Resultado de esta actividad, la única con la que realmente consigue sentirse intelectualmente realizado, ha sido un breve libro titulado De la música minúscula (Eolas/menoslobos, 2022) y algo más de una docena de artículos para la revista digital LaEscena.
La tenista esquimal contra el eterno masculino no sólo ajusta cuentas y revienta el canon patriarcal, sino que viaja por el punk, el jazz, el folk, la surf music, el pop, la psicodelia o la kiwi rock a la grupa de músicas minúsculas que construyen una galaxia incontenible y necesaria.