- En los 12 años y medio de actividad de la asociación cultural se han realizado 1.697 eventos culturales
- María Ángeles Pérez López, Premio Nacional de la Crítica, considera que «La Vorágine es una librería y un modo de ser y estar en el presente. Una constelación que mira al mundo».
La asociación cultural La Vorágine Crítica lleva 12 años y medio de intensa actividad. La librería asociativa y el centro de cultura crítica que gestiona de forma autogestionada proponen una completa agenda cultural que incluye presentaciones de libros, talleres, debates, proyecciones, ciclos, etcétera. Justo la semana pasada, la propuesta cultural de La Vorágine ha superado las 50.000 asistencias acumuladas en los 1.697 eventos programados desde que abriera sus puertas, el 24 de abril de 2013.
“La programación cultural es la columna vertebral de nuestro proceso, que busca generar espacios donde la cultura deje de ser espectáculo o consumo para convertirse en una posibilidad de pensamiento crítico”, explica Carmen Alquegui, miembro de la asociación.
Entre las casi 1.700 actividades, La Vorágine ha programado 464 presentaciones de libros, 18 presentaciones de editoriales, 99 talleres o encuentros de desaprendizaje, 65 conciertos y 20 exposiciones en diferente formato, entre otras actividades. Una parte de esta programación, un 20% se ha realizado en espacios fuera del centro de cultura crítica de la asociación, como parte de la colaboración de La Vorágine con otros colectivos u otros espacios públicos de Santander, Torrelavega o Ribamontán al Mar, entre otros municipios.
El colectivo calcula que la inversión en la programación cultural ronda los 220.000 euros, de los que solo el 25% han provenido de proyectos presentados a convocatorias públicas. “El grueso de la inversión en el programa de cultura crítica tiene su origen en la gestión de La Vorágine, el apoyo de las personas aliadas de la librería y de donaciones puntuales de ciudadanas y ciudadanos”, detalla María Rivero Abascal, otra de las personas que sostiene el colectivo. Otra parte de las actividades ha sido subvencionada a través de diferentes convocatorias, como la que acaba de ser aprobada por la Fundación Santander Creativa dentro de la propuesta “Tan Cerca”. El proyecto en el que participa La Vorágine, junto a Urbanbat. Oficina de innovación urbana de Bilbao y la asociación de Logroño Taller enBlanco, es “Ni tan lejos, ni tan cerca. Un tríptico sonoro sobre arquitectura, urbanismo y ciudad en Santander, Logroño y Bilbao”.
Algunas de las autoras y autores que han pasado por La Vorágine en estos años han valorado este ingente trabajo. Edurne Portela asegura que «La Vorágine es mucho más que una librería, es un espacio donde se genera, comparte y difunde cultura. Diría más: es un espacio donde se vive cultura». La cantaora Rocío Márquez considera que «La Vorágine es un pulso cultural en Santander, donde laten las voces incómodas y la memoria insumisa. Más que librería, es un refugio colectivo que demuestra que la cultura puede ser raíz de cambio y espacio de libertad». La escritora Marta Sanz cree que en este espacio «la cultura no se interpreta como guarnición del filete, sino como catalejo y microscopio para observar críticamente la realidad». El poeta y ensayista Antonio Orihuela concluye sobre este espacio de cultura crítica de Santander: «La Vorágine es casa común, patio de vecinos, espacio de agitación, confluencias, abrazos, ventana por la que respirar y soñar hacia fuera con otro mundo posible, el que desde dentro de este colectivo ves crecer con tanta sencillez, gracia, cuidados y sororidad, que no puedes entender a qué esperamos para extender esta manera de habitar la cultura que es, al fin y al cabo, la vida más completa a la que deberíamos aspirar».
Finalmente, María Ángeles Pérez López, Premio Nacional de la Crítica, escribe: «La Vorágine es una librería y un modo de ser y estar en el presente. Una constelación que mira al mundo. Genera diálogos que quedan resonando en quienes no tenemos la suerte de vivir cerca pero sí hemos podido sentir su modo de establecer vínculos y propiciar las reflexiones más necesarias. Celebro su dimensión crítica, su vocación comunitaria y asociativa, su cálida proximidad y su modo de conjugar los verbos y la vida en tiempos de agónica deshumanización».







