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Autor: IGLESIAS FERNANDEZ; JOSE
Editorial: BALADRE ZAMBRA
Publicado en: 2015
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“Aún conociendo extraordinariamente el contenido del Antiguo Testamento, a San Pablo se le pasó por alto la idea de que, en el plan original que Dios diseña para la vida y la convivencia de las personas en el jardín del Edén, el hecho de trabajar no figuraba. Deducimos que el trabajar no podía estar en el citado plan por varias razones:
Si, como dicen los latinos, el trabajo significa tortura, no podía estar en la mente de Dios tomarse la molestia de crear un paraíso para torturar a su ser más querido: el hombre. Precisamente, el Génesis afirma que ‘creó Dios al hombre a imagen suya, a imagen de Dios lo creó, y los crió macho y hembra; y los bendijo Dios, diciéndoles: Procread y multiplicaos y henchid la tierra; sometedla y dominad sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo y sobre los ganados y sobre todo cuanto vive y se mueve sobre la tierra”. En esa secuencia de la creación de la tierra, leemos en el Génesis como Dios, después de ‘hacer la tierra y los cielos, [se da cuenta de que] no había aún arbustos ni hierbas, por no haber llovido ni haber todavía hombre que la labrase, ni rueda que subiese el agua con que regarla”. Tuvo que formar Dios ‘al hombre del polvo de la tierra [e inspirarle] en el rostro aliento de vida, y fue así el hombre un ser animado”. Seguidamente, se imponía la necesidad de crear algún lugar donde pudieran vivir criaturas tan formidables y queridas, por lo que ‘plantó luego Yavé Dios un jardín en Edén y allí puso al hombre. Hizo Yavé Dios brotar en él de la tierra toda clase de árboles hermosos a la vista y sabrosos al paladar y el árbol de la vida, y en el medio del jardín el árbol de la ciencia del bien y del mal.

San Pablo es el Apóstol por excelencia que va a establecer y difundir las bases de la moral cristiana. De aquí que tracemos la influencia que sus enseñanzas doctrinales van a tener en la moral occidental y, especialmente, en condicionar esa actitud tan extendida de considerar el trabajo asalariado como una actividad que dignifica a las personas. Manteniéndose fiel a la condena de Yavé Dios, San Pablo denostará la condición femenina y dignificará el trabajo como base de la expiación del pecado original. Lo que da pié a que, entre los oponentes a la concesión de la RB, haya quién le cite textualmente para defender esta oposición.”