Transelectoritis aguda o cómo seguir ante el aliento de lo irreparable

Son horas aciagas para aquellas que habían puesto su esperanza en unas urnas tan maltrechas como opacas. Palabras como sorpasso, cambio, recuperación se han desgastado hasta quedar convertidas en pasto de fugaz titular mediático, de eslogan de redes sociales sometido a la mansa dictadura del “me gusta”.

Si los resultados electorales han mostrado la debilidad extrema de la izquierda institucionalizada, la realidad en nuestros barrios y territorios es diferente. Ahí, donde la cita no es cada cuatro años, sino cada 24 horas, movimientos sociales de base, vecinas organizadas, feministas con experiencia y feministas en formación, ecologistas con y sin título, poetas, cantantes, okupas con proyecto, cuidadoras del común, médicas, trabajadoras sociales, urbanistas sin cemento en los bolsillo, un puñado de sindicalistas que aún se re-conocen como clase obrera, boicoteadores, guerrilleros de huerta, hortelanas de la palabra… una multitud incalculable trabaja todos los días para que este sistema de dolor y muerte no avance sin oposición, una cantidad inmensa de fueguitos mantienen con vida los cuidados y las utopías.

“El único crimen es la esterilidad”, escribió un día Rafael Barrett y sus palabras hoy, cuando las derrotas en la cancha de juego impuesta es tan amarga, cobran sentido si miramos fuera de ese restringido marco político: “Por poco que seamos, lo seremos todo si nos entregamos por entero. Hemos salido de las sombras para abrasarnos en la llama; hemos aparecido para distribuir nuestra sustancia y ennoblecer las cosas. Nuestra misión es sembrar los pedazos de nuestro cuerpo y de nuestra inteligencia; abrir nuestras entrañas para que nuestro genio y nuestra sangre circulen por la tierra. Existimos en cuanto nos damos; negarnos es desvanecernos ignominiosamente. Somos una promesa; el vehículo de intenciones insondables. Vivimos por nuestros frutos; el único crimen es la esterilidad”.

No somos tan poco y no somos tan pocas. Lo que quizá no entienda la izquierda institucionalizada es que las ‘vanguardias’ ya no son una opción y que para ganar al lobo feroz es imposible ir a la batalla cargados de maquillaje y palabras que intencionalmente sólo rozan los problemas para que el adjetivo ‘radical’ no frustre el posible resultado electoral.

Seguiremos organizando aquelarres de libertad concreta para ponerle palos en las ruedas a ‘su’ desarrollo, a ‘su’ progreso… Aguantaremos en nuestra ciudad y en nuestra región con paciencia y amor.

Nosotras, desde un colectivo acostumbrado a sembrar pedazos de nuestro cuerpo sin saber siquiera si la tierra que los cubre es fértil, animamos a seguir abonando el contrapoder, los espacios de organización, de autonomía y de soberanías políticas. Creemos que el camino está en el tiempo largo, no en el sprint final; estamos convencidas de que cuando se dedica más tiempo a discutir puestos y marcas que a trabajar junto a las nadie y a las que tratan de modificar su entorno día a día, entonces, el único resultado que puede acontecer es el del abismo.

Estamos comprometidas a que cuando el trágico aliento de lo irreparable, del que hablaba Barrett, roce nuestra sienes sudorosas, seguiremos organizando aquelarres de libertad concreta para ponerle palos en las ruedas a ‘su’ desarrollo, a ‘su’ progreso. “El horizonte está cargado de tinieblas, y en nuestro corazón sonríe la aurora”, aseguraba el escritor y activista torrelaveguense. Y, aquí, ahora, cuando el horizonte parece un campo minado para los anhelos, nuestro corazón sonríe rebelde, conocedor del cuidado mutuo, de los amaneceres triunfales, seguro de que el mar siempre nos da una nueva oportunidad de limpiar para seguir.

Aguantaremos en nuestra ciudad y en nuestra región con paciencia y amor. Paciencia ante los embates que vendrán –porque vendrán- de los fascistas salidos del armario, de las derechas rancias que parecen incapaces de sacudirse el alcanfor, de las supuestas izquierdas que tanto gustan del régimen y de sus gerentes… Amor a las iguales, a las compañeras y compañeros de lucha que saben que no hace falta papeleta electoral para luchar y que apuestan a la resistencia diaria ante las constantes agresiones del sistema.

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