Algunas reflexiones sobre el Coronavirus
Rodrigo Velasco Ortiz
Es filósofo y pedagogo colombiano
Nunca antes las comunicaciones humanas alrededor del planeta fueron más rápidas, sus fuentes más variadas y algunas con la posibilidad real de escapar del poder político y económico. Esto ha abierto inmensas posibilidades para la libre circulación de todo tipo de verdades, distorsiones, mentiras, errores e intereses, al punto de que la prudencia invita a mirar con cautela la información que circula por las redes de internet.
El pánico generalizado a la peste, nunca antes tan rápidamente extendido en el planeta, nos pone a pensar en muchas posibilidades: ¿Surge espontáneamente o existen intereses ocultos detrás de la propaganda? ¿Corre la sociedad un peligro nunca antes visto o es semejante a otras muchas pestes? ¿Son razonables las medidas tomadas por los centros del poder o son exageradas?
Desde otra perspectiva, este pánico ha desatado fenómenos contradictorios. Por un lado, dinámicas positivas y humanizantes como la posibilidad de que las familias se acerquen y comuniquen más directamente, mayor disponibilidad de tiempo para el ocio creativo en lugar del negocio apremiante, disminución de contaminación ambiental por restricciones en el uso de aviones y automotores. En la otra dirección han surgido procesos negativos como innumerables enfermos y fallecidos, la difusión masiva de temores que restan fuerzas y entusiasmo a muchas personas, el surgimiento de nuevos negocios especuladores a favor de empresas y personas excesivamente ambiciosas, congestión de centros hospitalarios y falta de equipamiento para atenderla, incontables pérdidas económicas y cierre de lugares y oportunidades de trabajo. Con todo esto la inseguridad tiñe el día a día de la mayoría de personas, quitando fuerza al disfrute de la vida.
Al leer someramente los escritos publicados en APOCAELIPSIS confirmo la vieja idea de los innumerables puntos de vista y el peligro irracional a someterlos al propio, sin aprender suficientemente, sin escuchar con atención.
Algunos autores, como Agamben, niegan la gravedad de la actual pandemia considerando que es un invento de los gobiernos para justificar su autoritarismo. Con argumentos más serios, autores como Joseba Gabilondo, María Paula Meneses, Jean Luc Nancy, Roberto Esposito, Vicenç Navarro, no niegan la gravedad de la actual pandemia ni la atribuyen a un invento estratégico del poder; pero igualmente encuentran sus raíces en la precarización de las clases medias, trabajadoras y subalternas y su exclusión del proceso constituyente del Estado. Ellos proponen distintas salidas:
Fortalecimiento del poder estatal que controle los efectos del odio y la hostilidad (José Luis Villacañas) Alimentar la fuerza de voluntad de la especie (Jean Luc Nancy) Promover la solidaridad social (María Paula Meneses) Reconocer la realidad de la biopolítica como instrumento de análisis para actuar (Roberto Esposito) Manejar colectivamente el miedo, sin negarlo ni convertirlo en impotencia; más bien transformar con los afectos nuestra relación con el miedo, sabiendo que todos tenemos alguna responsabilidad política, ( Aïcha Liviana Messina)
En una línea muy particular, Slavoj Zizek imagina que la actual epidemia puede incluir un nuevo virus positivo: el pensar en una sociedad alternativa, una sociedad más allá del estado-nación, una sociedad que se actualiza a sí misma en las formas de solidaridad y cooperación global El ataque crítico al sistema capitalista global, favorecido por las advertencias de la Organización Mundial de la Salud o la propuesta del candidato Sanders de una salud universal podrá hacer esta vez que China, superando la experiencia de Chernóbil en Rusia, podrá reinventar el comunismo basado en la confianza en las personas y en la ciencia.
¿Cómo articular estas miradas para tener una propia, ampliada con sus aportes?
Como resulta evidente, luego de analizar los mecanismos utilizados por los poderosos para mantenerse, la opresión se ejerce con mayor eficacia a través del miedo y el sentimiento de impotencia que generan relatos oficiales cuidadosamente difundidos entre los oprimidos. El miedo no puede degenerar en pánico ni la impotencia en realidad.
Es muy diferente encontrar posibles causas confluyentes de la actual peste, con datos fundados, a creer en la idea mágica de poderes ocultos que la hayan creado para dominar a toda la población. En el primer caso es posible lograr la confluencia de mentes y voluntades para cambiar las cosas. En la segunda interpretación, el miedo y la impotencia nos frenan.
El futuro es impredecible pero, imitando las dinámicas de la naturaleza en la creación, diversificación y expansión de la vida, pequeños grupos de personas podemos expandir ideas y sentimientos transformadores que se extiendan por todo el planeta, aprendiendo de la rapidez y lógica de los virus.
Hoy en día disponemos de posibilidades comunicativas impensables hace apenas unas décadas y su manejo ya no está completamente restringido a los poderosos… ¡Esa es la nueva maravilla! Como los grandes libertadores, que lograron reunir miles y miles de desharrapados en sus guerras de independencia, también es posible ahora reunir miles de personas que en forma sinérgica multipliquen las fuerzas de cambio.
Los dos fenómenos más aberrantes del pasado humano, el desequilibrio ambiental y la vergonzosa inequidad de oportunidades para las personas, pueden ser ahora develados con el argumento poderoso del modelo seguido por la naturaleza en el desarrollo de la vida y nuestra posibilidad de experimentar directamente el gusto cuando nos sentimos respetados o la paz y satisfacción cuando reconocemos valores que existen en todas y cada una de las etnias, las culturas y los individuos.
Nuestro principal reaprendizaje está en creer en nosotros mismos y creer en los demás, sabiendo que conocemos mejor que nadie algunos temas y, al mismo tiempo, todas y cada una de las demás personas conoce cosas que nosotros ignoramos.
La mejor estrategia para ampliar nuestros limitados horizontes es la conversación abierta y respetuosa, aceptando las visiones de otras personas sin pretender cambiarlas, pero buscando y construyendo entre todos esos mínimos acuerdos, indispensables para la buena vida en sociedad.