Cerramos #LaVora. Así parece que lo obliga el decreto de Estado de Alarma firmado por el Gobierno Nacional. Cerramos pero seguiremos trabajando para que el pensamiento crítico no quede arrasado como la economía o los ánimos después de esta crisis inesperada y esperada al tiempo.
Estar confinadas físicamente no nos hace estar confinadas mentalmente. Nuestros cuerpos y nuestro corazón se dedicarán a cuidar, animar y acompañar a las personas que tengan más riesgo o más temor (que es un tipo de riesgo también). Nuestra cabeza se dedicará a pensar formas en las que alimentar el debate y el pensamiento sobre lo que está sucediendo y lo que supone como proceso, más allá del suceso del Estado de Alarma o de los confinamientos forzados por el Estado y todo su aparato.
Por eso, en medio de este panicomoto, estamos poniendo en marcha Apocaelipsis, un espacio de pensamiento crítico con reflexiones estructurales ante el pánico, los virus y otras coyunturas de diferentes ensayistas que han puesto las neuronas en funcionamiento para volcar el resultado en palabras. En unos días podréis empezar a leer sus reflexiones.
A veces, las urgencias -y esta es una- nos impiden abrir el foco y pensar desde perspectivas más complejas, y a eso hemos invitado a gente que es muy buena para esas lides.
Intentaremos, además, mantener algún tipo de programación on-line y os iremos contando cómo evolucionan estos pequeños atrevimientos para mantener los puentes tendidos.
Estamos convencidas, eso sí, que esta crisis (inimaginable en sus consecuencias, en el concepto de Günther Anders) nos va a obligar a ser mucho más creativas después para reconectar lo ya desconectado, para retejer las comunidades de vida que habitamos, para reinterpretar el papel de nosotras en una sociedad a la que el miedo ha logrado sensibilizar mucho más allá de lo que lo consigue el horror.
En el debate público sobre los decretos y las medidas de “responsabilidad” a adoptar no parece haber entrado con fuerza la situación de las personas privadas de libertad y sus familiares, o de aquellas que no tienen hogar, o de las que malviven hacinadas en los centros de internamiento de extranjeros o del brutal riesgo para las 41.000 personas que sufren condiciones inhumanas en los campos de concentración (con capacidad sólo para 5.100 personas) de las cinco islas griegas que hacen de frontera límite de la Europa Fortaleza… Poner la mirada sobre las habitantes de la periferia mediática no es quitarle peso a la situación, es complejizarla un poco y abandonar la obsesión por la seguridad y la salud propia para pensar en las otras, en los otros mucho más vulnerables que algunas de nosotros. Cuando se habla en público de la población de riesgo, poco –o nada- se habla de estas poblaciones.
Esperamos, también, que al salir de esta crisis reflexionemos sobre el confinamiento de los 3,9 millones de refugiados de Afganistán o de Siria atrapados en Turquía o de la imposibilidad de acceso a la salud para cientos de miles de migrantes que están ya dentro de las fronteras de la Europa insolidaria. Ojalá logremos transmitir que la “responsabilidad” que parece estarse extendiendo en nuestros barrios respecto a la salud de nuestras personas mayores o de nuestras crianzas debería seguir siendo ejercida hacia el resto de la población que lo necesita. Ese será, entre muchos otros nuestros compromisos.
Por último, claro, nos corresponde animaros a seguir pidiendo libros para que la cadena de vida que contiene cada libro (autoras, editoras, maquetadoras, traductoras, impresoras, transportistas, libreras, etcétera) sufra un poquito menos de lo previsto. Mientras el papel higiénico cotiza al alta, el libro debería mantenerse de algún modo. Os invitamos a hacernos vuestros pedidos al correo de LaVora (info@lavoragine.net) o a través de www.voravi.com
Mientras las compañeras repartidoras puedan seguir trabajando, los libros llegarán hasta la puerta de vuestras casas.
Nos volvemos a abrazar pronto.