07jun7:30 pm9:00 pmPresentación de DislocadurasAlberto Muñoz

Hora

(Miércoles) 7:30 pm - 9:00 pm

Detalle

El poeta Alberto Muñoz publica el libro "Dislocaduras" coeditado por Zoográfico (de Rodrígo Córdoba) y L.U.P.I. (de Juanje Sanz Morera). Estará bien acompañado por Juan Jacomé. Los poemas y escrituras que dan aliento al incierto lugar de las Dislocaduras se asomaron por la red según el orden de su nacimiento. Ha querido su destino que madurasen en el seno de una nube, se barajasen y encontrasen agrupamientos en siete desórdenes distintos. El primer desorden titulado Lo que no existe, se mete de cabeza en el humo que envuelve a la metafísica, por donde el ser, el alma, el yo o simplemente yo, se manifiestan en el momento de su desaparición. El segundo desorden: Partitura de resistencia, hace frente a los enemigos de la irrealidad y de la verdad. Allí donde puede, desvela la falsificación en que el poder y el mercado convierten al mundo. En el vacío de un violín, tercer desorden, habitan los espíritus y el espíritu, el todo y la nada, aquí y el más allá, en sus dimensiones inconmensurables, sagradas y místicas; y también la eternidad y la muerte que se va acercando por la espalda y por fin llega y te disuelve. Un cuarto desorden toma el nombre de Sombras sin cabeza y permanece siempre atento al otro lado, a la infinita capa de irrealidad que limita lo real, al profundo e inenarrable sentimiento que provocan el olor y el tacto del misterio. La balsa experimental navega en las aguas poco exploradas del metalenguaje, acoge para la escritura la radicalidad de propósitos y procedimientos, y la energía, la persistencia y el coraje con los que otras artes (plástica, música, danza,…) se ganaron la contemporaneidad. El sexto desorden: ¿Quién respiraba azul?, mira, admira, adora y roza lentamente la piel del deseo, te susurra y te grita, acoge el amor y el desamor en una cama de viento. El séptimo y último desorden: En compás de uno y trino, se recrea en ciertas malformaciones o anomalías trinitarias del trino de las aves, cuando tres de ellas se acoplan en un ritmo sagrado cuyo eco se desliza de montaña en montaña, cuyo latido avanza de lobo en lobo, cuya música escala de lluvia en tristeza hasta los cristales del espíritu.