Las transferencias directas de recursos económicos a la población suelen llevar trampa. O bien es medida electoralista, o bien (cuando son condicionadas) pueden generar dependencias perversas, o bien encubren la financiación de sectores privados haciendo creer que la beneficiaria es la ciudadanía.
Eso pasa con el Bono Cultura Joven que ahora activa el Gobierno central, a través de su Ministerio de Cultura. La Vorágine, como ha hecho con otros bonos similares, no va a participar en la trampa. Estas son nuestras razones:
– La principal es que el bono cultura joven es desclasado. Es decir, mientras el Gobierno no cree en la renta básica universal, sí distribuye 500.000 euros en bonos a cualquier persona que cumpla 18 años en 2022. Da igual su clase social, da igual si puede o no pagarse “el consumo cultural” (que así lo denominan, es indiferente si esa persona va a sumar los 400 euros prometidos en algo que “necesita” o suma esa cantidad a su ya amplio “consumo”. Un bono sin clase social, como toda política que no tenga en cuenta la dimensión de clase, es un bono de derechas, una forma tramposa de dopar la economía, aunque esta medida sea decorativa (medio millón de euros no es más que “postureo” cultural).
– Nos parece una falta de respeto a los jóvenes este tipo de iniciativas. ¿Por qué los que cumplen en 2022? ¿Qué pasa con los que cumplieron esa edad ‘mágica’ para el Estado en 2020 en plena pandemia? ¿Qué ocurre con los de 2021? El populismo tiene estas cosas pero ofende más cuando procede de un gobierno que se autodenomina como de izquierdas (ojalá los jóvenes que cumplen 18 años lean más de política para saber distinguir la izquierda de las máscaras de izquierdas).
– La segunda razón es discutible, pero es que nos gusta discutir qué entiende el Ministerio por cultura. Es decir, el bono vale tanto para pagar una suscripción a videojuegos en línea (por supuesto es indiferentes si su contenido es violento, sexista o racista), para pagar podcast (aunque estos puedan ser de toros o sobre la “teoría del gran remplazo”) o para ir a un festival masivo veraniego. Esto deja claro que, tal y como declara el ministerio, uno de los objetivos del bono es “generar hábitos de consumo de productos culturales entre la juventud”. Tres palabras clave: “hábitos”, “consumo” y “producto”.
– La tercera razón es la utilización de las entidades culturales para gestionar el bono. Librerías asociativas sin ánimo de lucro, como La Vorágine, están excluidas de todas las ayudas de apoyo al sector librero del Ministerio, que limita toda convocatoria a “empresas” y que no respeta el dictamen del Tribunal Europeo que deja claro que si la entidad sin ánimo de lucro declara su actividad económica es equiparable en términos de concurrencia competitiva a cualquier empresa privada… Para todo no, y para esta anécdota, sí.
Pues eso, que no podrás canjear tu bono cultural joven en La Vorágine pero, a cambio, ya sabes, en La Vora encontrarás un espacio de cuidados que sí sabe distinguir entre clases sociales, que sí acompaña a todas las que entran (no a las que cumplen años en un periodo determinado de tiempo), y que, cuando se lo piden, ayuda.