Queremos, nosotras, seguras de que las brechas se mantienen abiertas porque las forzamos con nuestras actitudes y con nuestras determinaciones, apostar de nuevo por la Huelga Feminista este 8 de marzo de 2019.
Queremos, nosotras, seguras de que lo performático es sólo una fase de lo radicalmente transformador, estimular la calle, abandonar los puestos de trabajo del precariado, sentirnos juntas de nuestras hermanas, también de los hermanos que van dando los pasos imprescindibles hacia su despatriarcalización.
Queremos, nosotras, deciros que La Vorágine –por supuesto- estará cerrada este 8 de marzo y estará abierta el resto del año a tejer complicidades radicales, apuestas sin descanso que minen, como la leve gota de agua del deshielo, la brutal estructura patriarcal en la que habitamos y que, a veces, reproducimos.
Queremos, nosotras, hablar de mujeres diversas que tejen alianzas diversas; de mujeres que se saben atravesadas por diferentes formas de violencia y desigualdad: la patriarcal, por supuesto, pero también la racial, la de clase o la de las formas de habitar un mundo pensado para inferiorizar, infantilizar y despolitizar a algo más de la mitad de la población.
Queremos, nosotras, compartir con vosotras nuestras incertidumbres; expresar lo limitado de una manifestación pero lo importante que es ese día las calles estén a reventar; señalar que la huelga es importante para quien puede hacerla y es una broma de mal gusto para quienes habitan las periferias invisibles de nuestros propios movimientos; insistir en que para llegar a una sociedad no jerarquizada y no excluyente tenemos que ponernos el espejo y practicar la autocrítica que teje y que no destruye.
Queremos, nosotras, invitar a los compañeros hombres a ser apoyo logístico, a ser cuidadores de las mujeres rebeldes y a renunciar no sólo a sus privilegios sino a su tendencia suicida al liderazgo y el direccionamiento. Queremos, nosotras, caminar solas para llegar juntas; decidir solas para convocar inmensos aquelarres colectivos y asamblearios; gritar solas para que, juntas, nuestras voces se hagan tumulto.
Haremos huelga el 8 de marzo, nos veremos en las calles y trabajaremos en-desde La Vorágine, en las asambleas y en cuantos espacios seamos capaces de imaginar para agrietar el suelo de plomo que pisamos.