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Autor: GUINDA, ÁNGEL
Editorial: OLIFANTE
Publicado en: 2025
ISBN: 979-13-990025-8-4

Edición conmemorativa de los 50 años de España en libertad.

Del desencanto a la frustración mediaba ya poca distancia. Recorrida gracias a episodios como la denuncia por blasfemia y escándalo público que recibía, en julio de 1986, debido a los versos titulados «Guinda del espermento», con los que completaba un mural del artista Alejandro Molina en el Café de la Infanta de Zaragoza. Mucho se mitifican los años ochenta como espacio de libertad, que sin duda lo fue, pero también de jeringuillas, reconversión industrial y persistencia nacionalcatólica a cargo de la Gente de orden, como la denominaba con acierto Eloy Fernández Clemente. Son exactamente esas mismas gentes y sus herederos los que ahora se llenan la boca hablando de generaciones de cristal, de ofendiditos y de cultura de la cancelación. Obviamente ya no se refieren a las ofensas a los sentimientos religiosos, sino a otra clase de conductas que, por fortuna, en la actualidad remiten directamente al código penal. A ese mismo año de la segunda mayoría absoluta socialista y del Mundial de México –con gol inolvidable del zaragocista Señor contra Bélgica– corresponde la escritura de El almendro amargo. El texto fue puesto en escena por el grupo poético El Silbo Vulnerado, pero nadie quiso lanzarse a publicarlo en España, y tuvo que aparecer al otro lado del charco en 1989, en la Argentina que intentaba a su vez recuperarse a marchas forzadas de sus propios exilios y amarguras. Quizá el juicio por blasfemia, que se saldaba con un breve arresto domiciliario y unos miles de pesetas de multa, había servido de aviso para navegantes. En cualquier caso, aceleró la frustración del poeta y una mala vida nocturna que le dirigía peligrosamente «a morir en vida». Cómo esperas que te quiera, siempre heroica e inmortal Zaragoza, debió preguntarse entonces Ángel Guinda, veinte años antes de que lo hicieran Ixo Rai!, y pasó a abandonarla aunque siguió teniendo el mar lejos, puesto que se instaló en Madrid a la búsqueda del anonimato perdido. Allí volvió a pedir que le repartieran cartas, preferiblemente no de esa baraja «con las espadas en alto, reyes bajo palio, copas rotas, oros en las casas de los ricos, bastos en la hoguera de los pobres». Hasta enero de 2022 siguió jugando sus bazas, revalorizada felizmente de manera progresiva su obra y su figura. Así, en feliz desacuerdo con el poeta, que dejaba escrito que «estéril es la memoria», la editorial Olifante ha tenido la magnífica iniciativa de rescatar de la hoguera del olvido a este viejo árbol batido por el viento. Sus frutos resultarán sin duda mucho menos amargos.