ENSAYO // EL DESVELO //19,50
SI FUESE POSIBLE MONTAR EN UNA BRUJA
Alberto Santamaría
Fue a finales de 1811 cuando aparece publicado un enigmático libro: Auto de fe de Logroño. Este libro recuperaba el relato del juicio inquisitorial que en 1610 se había producido en esa ciudad. Esta edición, doscientos años posterior a los hechos mencionados, recogía el original inquisitorial pero también algo más. En efecto, el relato del Santo Oficio sobre la quema de brujas venía firmado por un tal Bachiller Ginés de Posadilla, quien en un gesto absolutamente demoledor había republicado el original pero llenándolo de notas a pie de página, desde las cuales se cuestionaba el relato inquisitorial. Pero no sólo eso, en esas notas al pie, el tal Ginés de Posadilla, narra historias con vampiros, hechizos de reyes, obras de teatro hablando del propio texto que se lee, etc., etc. Esto es: una auténtica máquina ficcional profundamente moderna que en el panorama cultural español ha pasado tristemente desapercibida. Mucho antes que los escritores posmodernos, y muy cerca de Jean Paul Richter, Ginés de Posadilla ofrece una perspectiva del apropiacionismo brutalmente moderna. Pero ¿quién es ese tal Ginés de Posadilla? Pues no es otro que un amante del pliegue, del conflicto, de las máscaras, es decir: Leandro Fernández de Moratín.
La primera parte de este libro ahonda sobre la extraña, fantasmal y perdida figura de ese otro Moratín que en el archivo cultural español ha pasado desapercibido. Así se habla de sus viajes, de su prosa, de la censura de sus textos, de su visión cruzada por la ilustración y el horizonte romántico, etc.
La segunda parte de este libro recupera el que es, quizá, uno de los experimentos literarios más curiosos de la literatura española: El auto de fe de Logroño, donde Moratín despliega toda su fuerza como autor inclasificable. Se trata, al mismo tiempo, de un texto con un fuerte componente crítico y político. Moratín logra que la Inquisición se censure a sí misma, se autoparodie, al lograr que un texto producido por la misma Inquisición acabe siendo prohibido. Al intentar prohibir el texto de Moratín el Santo Oficio habría de prohibir el Auto de fe que la propia Inquisición había aprobado. En definitiva: una jugada maestra de la literatura política