Año nuevo de rebeldía y resistencias

Desde La Vorágine os deseamos feliz y combativo año 2019 con energía para hacer contrapeso a la múltiples amenazas a las que nos enfrentamos. Resistimos en escenarios de lucha complejos que hay que nombrar:

  • La reacción del patriarcado. Ante la inmensa e imparable movilización de las mujeres pidiendo cambios al sistema –y no maquillajes en forma de píldoras legales- la reacción está siendo brutal: Más violencia, más estigmatización de los feminismos, corporativismo heteromasculino, silencios cómplices de muchos de los que encajan en otras ‘clasificaciones’ y una ola abrumadora que puede hacer daño a millones de mujeres jóvenes que se han involucrado en los movimientos feministas.
  • La Europa campo de concentración. Las guerras provocadas y/o alimentadas por las grandes potencias y el estado de desigualdad postcolonial generado por Europa empuja a miles de personas a migrar y la reacción de esa Europa es: campos de concentración, nacionalismo esencialista, miedo… Europa no tiene ninguna posibilidad democrática si no aborda esta situación desde una perspectiva de derechos y si no comienza por mirarse al espejo y reconocer el dolor y los desequilibrios que ha provocado su política imperial en los últimos siglos.
  • Los ultras salen del armario. La reacción hípernacionalista ante el desafío migratorio y los discursos fascistas nos sitúan otra vez de frente a los partidos y movimientos de ultraderecha. Los fascistas, que ni se fueron ni se irán, están saliendo del armario con el aliento de partidos políticos de derecha que están compitiendo de forma irresponsable por ver quién echa más gasolina al incendio que no acabó en 1945 (por mucho que toda una industria cultural nos haya tratado de convencer de que el fascismo es cosa del pasado).
  • La confusión de clase. El discurso hegemónico ha logrado disuadir a las y los trabajadores de identificarse con la clase obrera y el nuevo modelo de atomización y segregación convierten en quimera los movimientos obreros de masas capaces de resistir al monstruo.
  • La violencia fragmentada. El monopolio de la violencia -que los Estados decidieron ejercer en base a un supuesto contrato social que sólo existió en su imaginación- se ha fragmentado. El poder institucional ha privatizado amplias parcelas de sus competencias y la violencia nos llega a los pueblos tanto desde agentes oficiales como desde ejércitos privados con y sin rostro que unas veces nos matan a bala y otras nos matan farmacológicamente. La multiviolencia del sistema recae sobre los cuerpos de las personas, pero también sobre sus emociones, y sobre la Madre Tierra, y sobre todo aquello que contenga algo de vida que se resista a convertirse en mercancía o en comprador.
  • La memoria estigmatizada. Tener memoria es un delito en el postcapitalismo actual. La sociedad del simulacro y del deseo fugaz no es imaginable si la memoria está activa porque eso dotaría a los pueblos de la semántica de la justicia histórica y les permitiría identificar a los iguales y a los enemigos. Por ello, la memoria colectiva está estigmatizada. Las que nos empeñamos en rescatar la memoria somos “gente rabiosa”, “resentidas”, “incapaces de progresar por nuestra tendencia al pasado”. Pero el pasado es el que construye el presente y sólo desde ahí, desde un pasado re-vivido, re-pensado, es que se pueden imaginar otros futuros posibles más dignos.
  • La ausencia de utopías. Todo lo anterior responde quizá a un marco mayor: la respuesta brutal del capitalismo a un mundo que se agota y que ha mostrado ya todas sus vergüenzas. Y nos toca luchar contra él sin la poderosa energía de las utopías globales que movilizaron a las periferias del Norte y del Sur durante una parte importante del siglo XX.

Ante todos estos escenarios, (nos) deseamos la fuerza y la sabiduría necesarias para enfrentar todos estos dilemas. Nosotras, desde el colectivo de La Vorágine, nos comprometemos a seguir tejiendo nuevas utopías colectivas, a resistir desde la seguridad de que nos equivocaremos antes que quedarnos quietas y que nuestra tarea, por pequeña que sea, es imprescindible para sumarla a otras resistencias que cerca y lejos siguen permitiendo que nos organicemos.

Por eso (nos) deseamos a todas la fuerza necesaria y la sabiduría probable para combatir juntas en estos espacios de disputa. Que el año 2019 sea el de la alegre rebeldía ante un estado de cosas que, por inamovible que parezca, se resquebrajará ante la convicción de las nadie.

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