(foto de los actores, actrices y directores de la película ‘Memoria’ en la 74 edición del festival de Cannes)
La cultura no puede ser neutral porque la neutralidad siempre es cómplice
¿Se podía ser neutral en la Alemania nazi?, ¿se podía ser neutral durante el régimen franquista?, ¿se podía ser neutral cuando una dictadura organizaba mundiales de fútbol en el Cono Sur o una olimpiadas en la China imperial sin derechos?
El deporte ha jugado la carta de la neutralidad e, incluso, se permite el lujo de sancionar a las y los deportistas que aprovechan los instantes en el podio para denunciar violaciones de derechos humanos en sus países, racismo, homofobia o cualquier injusticia de las muchas que se han naturalizado. Las derechas, con la complicidad de buena parte de la socialdemocracia tibia están empujando a la cultura al pastoso fango del deporte: la impostada neutralidad que justifica y normaliza lo que no tienen justificación y lo que atenta contra la dignidad humana. De hecho, hace apenas unas semanas, la secretaria general del grupo parlamentario ultraderechista de Vox en el Congreso, Macarena Olona, aseguraba que “Federico García Lorca votaría a Vox. Su memoria es apolítica. No la ensuciéis“… ¿memoria apolítica?
Nada es casual. Cuando el Gobierno de Colombia vive uno de sus momentos más bajos, la Feria del Libro de Madrid le regala un escaparate en el que vender la “Colombia, diversa y vital”, pero negando la diversidad creadora y ocultando que el gobierno que patrocina el evento es un violador sistemático de los derechos humanos, como quedó claro en el último informe de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) sobre la represión del Paro Nacional que comenzó el pasado 28 de abril y que se extendió por casi tres meses.
No se puede ser neutral en este asunto. Diversos medios han denunciado en las últimas horas cómo el Gobierno de Colombia, a través de su ministerio de cultura ha vetado a autores y autoras por ser demasiado críticos (Artículo en WMagazine). El embajador de Colombia en España, Luis Guillermo Plata, explicaba en el muy ultraderechista medio Libertad Digital: “Uno no quisiera que una feria literaria se convirtiera en una feria política. Ni para un lado ni para el otro. (…) Se ha tratado de tener cosas neutras donde prime el lado literario de la obra. A mí me gusta García Márquez porque me gusta, no porque sea de izquierda o de derechas, o me gusta Neruda porque me gusta lo que me transmite sin preguntarme por su ideología. Se ha tratado de tener cosas muy neutras, donde prime el lado literario de la obra”.
Giuseppe Caputo, escritor y por muchos años director cultural de la Feria Internacional del Libro de Bogotá (FilBo), le respondía en la revista Criterio: “La literatura siempre es política. Los autores consciente o inconscientemente absorben o refutan los valores sociales dominantes de una época en sus libros”.
Desde La Vorágine pedimos a autores/as, a las compas libreras, a cualquiera que tenga que ver algo con la Feria del Libro de Madrid que cuelguen una bandera de Colombia al revés en los stands o durante sus presentaciones, que se manifiesten, que cuestionen la vergonzosa complicidad de una de las ferias más importantes del Estado con un régimen que mata, que miente, que es el enemigo de la “diversidad y de la vida”. Que no salga gratis esta ofensa a los cientos de compañeros y compañeras detenidos arbitrariamente, torturados, asesinados, desaparecidos u hostigados hoy en día en Colombia.