Hoy es un día lleno de palabras necesarias, a pesar de que sean tiempos en que las voces de la ultraderecha saturan las antenas y las frecuencias de vocablos rellenos de bilis, de vozarrones del sinsentido que prenden en la almas que anhelan seguridades inmutables, verdades de barra de bar, libertades que apestan a cárcel.
Por eso rescatamos algunas de las palabras que SÍ son necesarias y que han llegado en frágiles barcos de papel desde distintas latitudes para recordarnos que es en la incertidumbre y en la rebeldía donde habita lo imposible, la vida que merece la pena ser vivida. En este Día del Libro 2021, nos ha recordado el filósofo, poeta y ensayista Alberto Santamaría que “un libro es un artefacto maravilloso e inseguro, un almacén inmenso y desordenado donde uno encuentra siempre más de lo que busca, un caos maravilloso. [que] un libro es una máquina que nos empuja a no aceptar lo que vemos sin ponerlo patas arriba. Los libros son lugares inseguros de los que nunca puedes salir ileso”.
Y quizá lo sea porque, como explica la escritora Marta Sanz, un libro es “esa baldosa pintada a la que tú saltas y en la que después de haber bailado con caballitos de dibujos animados e incluso con Mary Poppins, al salir ya no eres la misma persona, has reformulado tus prejuicios, tu manera de ver el mundo, has entrado con una sentimentalidad, unos traumas, una ideología, y sales probablemente renovada, reformada, reafirmada, mejor o peor, pero siempre diferente”.
Permitirse ser diferente, alterar los prejuicios, cuestionar las certezas tatuadas a sangre y fuego por la coraza de los miedos, eso parece tener sentido. Pero, además, hay que permitirse, como la poeta Ana García Negrete, dejarse “embaucar por la iluminación de cada libro, para transportarse a otro espacio u otro tiempo que siempre se descubre por primera vez, una nueva realidad donde poder vivir más plenamente”. Si nos dejamos embaucar igual conseguimos un indulto.
El poeta de la voz sensible y rotunda Juan Carlos Mestre, de hecho, defiende que “un libro es el indulto súbito de toda persona condenada a la cadena perpetua del aburrimiento”. Pero, además, leer se convierte en “un acto inteligente de desobediencia, una asamblea libertaria de palabras para resistir con la única herramienta de la imaginación a esa herramienta absoluta del sistema decimal de los números a la que nos quieren someter”. Si nos permitimos participar de esa asamblea libertaria de palabras quizá logremos “crecer, sentirnos mejores personas y más completas”, como le ocurre a la ilustradora Paula Vallar.
Otra filósofa, Patricia Manrique, nos recuerda que “si el libro es el tesoro, las librerías son la isla del tesoro, un paréntesis en la vida para buscar entre esos tesoros que te abren puertas a otras realidades”. Así que te invitamos a venir a #LaVora a buscar tesoros, o a cualquier otra librería, pero teniendo claro que no todo lo que reluce es tesoro, leer sensible nos hace sensibles, leer inteligente nos hace inteligentes, leer crítico, abona el terreno de la emancipación (pero ya sabes que también se pueden leer libros que contienen el vacío, el dogma o la revancha… evítalos).
Nosotras, desde La Vorágine, apostamos por ese libro que, como define Mestre, “es el comienzo infinito de la libertad y la anticipación de la conciencia futura, la mejor memoria de los sueños del pensamiento y de la utopía humana”.
Y para que no salgas indemne de este reto, te dejamos con el poema que nos ha regalado Ana Pérez Cañamares:
Cuido lo que leo
igual que pregunto antes de abrir la puerta de mi casa
Cuido lo que leo
porque en mi sudor busco trazas y colores de los otros
Cuido lo que leo
porque en los libros y en el amor está toda la eternidad que reconozco
Un libro es el lugar donde se reúnen los dioses
tuertos
donde la comprensión aplaca el daño
donde se hace
caudal
la lucidez