(Fotos de Joaquín Gómez Sastre)
La cuarta edición de La Surada Poética ha terminado. Una Descarga Final poderosa ha cerrado un intenso trimestre de acciones poéticas traducidas en laboratorios de experimentación, siembra de versos en tres institutos de secundaria, recitales cercanos denominados Palabra Amanecida y tres descargas poéticas que han concentrado la energía de poetas, músicos y otros artistas.
El final de esta edición lo ha marcado una descarga en La Nave que Late en la que unas 140 personas disfrutaron de dos horas y cuarenta y cinco minutos de poesía, música y artes visuales. La noche empezó con Andrés de la Orden, el poeta murciano susurró palabras duras, poesía sin concesiones cargada de belleza y sucias de realidad. Después, Conrado Santamaría se encaramó a su poesía para poner el dedo, y alguna cosa más, en la llaga: “Yo me cago en Botín sin calendario,/ en cuclillas, boca arriba, al tresbolillo,/ en público, en privado, con soltura,/ luego me voy silbando, y ahí queda eso”. El primer bloque lo cerró la dominicana Rosa Silverio que abrigada de trópico y desnuda de pudor, leyó al amor –no a cualquier amor-, a la mujer, a la locura…
En las paredes infinitas de La Nave, luchando contra el frío, las imágenes de Plisotic, la artista visual de Torrelavega que nos regaló ‘Pacíficas’, una obra visual que en el día para la erradicación de la violencia contra las mujeres nos ofreció mujeres en paz con sí mismas y con su entorno.
El segundo bloque lo abrió Carlos Da Aira… el poeta galego se puso el mono de trabajo, se subió al andamio y desde allá jugó, provocó y removió con una multitud de sonidos, de aparatos reinventados, y con sus poemas radical-mente comprometidos.
La poesía terminó empezando. Porque Enrique Falcón empezó el tiempo de la cosecha, de la recogida de la palabra conjugada desde hace 15 años, de la palabra pausada y fuerte de su marcha de los 150 millones. El poeta del compromiso llegó de Valencia para tejer con nosotras y nosotras dejamos que la madeja se enredara en una sala abarrotada, respetuosa, silenciosa pero entregada.
Gricela Asprilla, actriz y parte del colectivo de La Vorágine hizo de anfitriona, habló de la capacidad de recibir, de la necesidad de resistir… Ella fue la que dio paso a otra mujer de hiedra: Gema Martínez, que presentaba su nuevo proyecto La Mala Hierba junto a Nicolás Rodríguez. Media hora de emoción y letras con-sentido y compromiso, media hora de música tan rasgada como acariciada. Media hora, que comenzó con el tema ‘Surada’, para dar paso al encuentro de las resistentes.
Y fueron unas cuantas decenas las que extendieron la fiesta poética de esta Surada hasta las 2:30 de la mañana del día 26 de noviembre. La noche estuvo movida por las DJs Señoras y fue posible gracias a la ayuda del Bar Canela y de la Cooperativa Pan & Más de Cabezón de la Sal.
En total, durante toda esta Surada que arrancó su fase pública a principios de octubre en el barrio de Cueto, han asistido 912 personas a las actividades poéticas, incluida la exposición Cajas Negras del Exilio. En los laboratorios poéticos y en las siembras de versos con alumnas y alumnos de secundaria han participado 168 personas en una edición que ha aumentado la cobertura de las acciones y la intensidad de las mismas.
¿Nos ayudas con la quinta edición? Empezamos a trabajar en ella. Gracias a todas, gracias a todos… La poesía crítica enraíza con cada racha de viento sur que agitamos.