¿Será verdad que es un error estar vivo? En este sistema necropolítico ¿quién decide quién debe vivir, quién, morir?
“Es un error que esté vivo”, repite Ousman Umar una y otra vez. También repite que historias como la de él no deberían ser contadas nunca más. Pero no para silenciar la voz de los nadie sino porque no vuelvan a acontecer.
Ousman ha sido invisible muchos años. Desde que su alma colonizada lo convenció de que “los blancos hacían todo bien”, de que en “el país de los blancos estaba el paraíso”. Y desde con 13 años iniciara una ruta de tortura que lo situó, cuatro años después, varios miles de kilómetros después, varias mafias de trata de humanos después, varios cientos de muertos a su lado después… en Lanzarote. Funcionarios le midieron sus huesos y decidieron que tenía 17 años y que podía residir en este paraíso tan poco paradisíaco. De Lanzarote a Málaga y allí: “Un billete de tren a Barcelona, un bocadillo de atún y un litro de agua”. Bienvenido al paraíso, Ousman.
“Al llegar a Barcelona estaba feliz, ya no tenía que huir, estaba vivo, y caminaba por la calle y saludaba a la gente y era como si no existiera, como si fuera invisible”. Ser invisible en el paraíso no es un súperpoder, sino una condena.
Ousman por fin tuvo un poco de suerte y mucha determinación. Después de llorar mucho y preguntarse “por qué, por qué.. qué hecho mal para merecer tanta tortura, qué he hecho mal”, se dio cuenta de que estaba preguntando mal: “La pregunta no tiene que ser por qué, sino para qué, y estoy vivo para que nadie tuviera que pasar por lo mismo. Cuando llegué a esa conclusión pude descansar”.
Descansar el alma -que aún se ve resquebrajada en su mirada limpia y húmeda- pero activar todo lo demás. Ousman Umar levantó, estudió, entendió dónde estaban sus fuerzas y puso en marcha su misión de vida: alimentar mentes, las mentes de chicos y chicas como él, en Ghana, su país de origen, para que no busquen el paraíso donde no tiene por qué estar. “El paraíso está en tu cabeza, en tu casa”, pero para llegar a esa conclusión hace falta ayuda. A eso se dedica su organización, Nasco, que desde Barcelona ha tendido un puente de información y de formación con Ghana.
Nada más (y nada menos). Su historia es para ser leída (Viaje al país de los blancos, Plaza&Janes), no la vamos a reproducir aquí, pero en Ousman se corporizan todas las personas invisibles que tratan de llegar a este paraíso tan similar a un infierno.
“Esta historia la voy a seguir explicando hasta que haya más historias como está que contar”. Y esperamos que sea así, que cuente hasta el cansancio. Nosotras seremos cómplices.