Esta es la historia de un proyecto que tenemos en el congelador. Las ideas no siempre prosperan, las semillas no siempre encuentran la tierra fértil en el momento preciso en el que se siembran. Este es el caso.
Propusimos a la comunidad comenzar a pensar de otra manera. El emprendedurismo se quiere vender como una forma de iniciativa personal heroica en tiempos de crisis, aunque la realidad es que, en la mayoría de los casos, es un camino hacia el autoempleo precario. Propusimos apostarle a los “Encendedores sociales”. La idea, tan vaga como incisiva, era compartir las ideas de proyectos de economía social, asociacionismo, contracultura o cualquiera que no encaje en lo que sea alimentar este sistema de exclusiones. Desde ahí, buscar juntxs los saberes necesarios y los caminos para intentar caminar por sendas diferentes a las trazadas.
El Grupo de Encendedores Sociales (GES) pretendía ser un conjunto de personas que se autogestionan para, de forma colaborativa, impulsar proyectos de economía social, de contracultura, de asociacionismo, de colaboración… todo aquello en lo que la rentabilidad social es más (o al menos tan) importante como cualquier otro tipo de rentabilidades.
La Vorágine pretendía jugar un papel de facilitadora, de espacio creativo y colaborativo. La convocatoria tuvo una buena respuesta y durante un par de meses trabajamos con intensidad con unas 20 personas, pero al final no había nadie con capacidad de tirar del proceso y se fue apagando.
Queda en la memoria para recuperarlo, o para copiarlo, o para tunearlo. Ya lo retomaremos (o no…).
